viernes, 18 de noviembre de 2011

LADRÓN

Hay veces que uno piensa y todo se queda en nada. Hay veces en las que uno va creando un camino mental perfecto que, cuando está diseñado en el mapa de las nubes y llega la hora de marcarlo, se esfuma como si fuesen pisadas en la arena un día de viento.

Muchísimas veces hay entradas en este blog de las que ningún lector tiene noticias. Son destellos de lucidez que pasan fugaces, ráfagas de raciocinio incandescente que se quedan en textos nonatos.

Pero hay quien tiene muchísima más suerte que yo. Hay quien tiene la enorme fortuna de ser capaz de pensar en el momento justo, cuando se está aquí delante a solas con todo el mundo.

Hay veces que leo los pensamientos que otros dan a conocer y siento envidia. Siento envidia de no haber parido lo que leo, de ser un mero espectador y no el creador de tan brillantes exposiciones. Leo e incluso en ocasiones llego a identificarme con el legajo elctrónico que ha llegado a mí.

Pero en esta ocasión he llegado a más. Esta vez no es que empatice con una entrada o un artículo, sino que con el debido permiso de su señora creadora, he decidido adoptarlo. Le he robado su trabajo mental para hacerlo también mío. He identificado tantos textos abortados en esta ocasión que el sentimiento paternal ha nacido en mí al leer tan magnífica reflexión. Lo dejo ahí, y por supuesto que gracias, estrozacepas

Jiddu Krishnamurti


A todos nos viene bien esta reflexión.

"Al ver todo esto: las guerras, las divisiones absurdas que las religiones han ocasionado, la separación entre el individuo y la comunidad, la familia en oposición al resto del mundo, cada ser humano aferrado a algún ideal peculiar, dividiéndose a sí mismo en "yo", "tú", "nosotros" y "ellos"; al ver todo eso objetiva y psicológicamente, nos queda solo una pregunta, un problema fundamental: si la mente humana, que está tan excesivamente condicionada, puede cambiar. No en alguna futura encarnación o al final de la vida, sino cambiar radicalmente ahora, de modo que se convierta en una mente nueva, fresca, joven, inocente, aliviada de su carga, para que así sepamos lo que significa amar y vivir en paz. Creo que éste es el único problema. Cuando sea resuelto, todo otro problema económico o social, todas esas cosas que nos conducen a la guerra terminarán y habrá una estructura social diferente [...]

Vean ustedes, nos damos cuenta de que debemos cambiar. Tomemos como ejemplo la violencia y la brutalidad; éstos son hechos. Los seres humanos son brutales y violentos; han construido una sociedad que es violenta a pesar de todo lo que han dicho las religiones sobre el amor al prójimo y a Dios. Todas esas cosas son meras ideas, sin valor alguno, porque el hombre continúa siendo brutal, violento y egoísta; y siendo violento, inventa el opuesto, que es la no violencia [...]

Existe el hecho y existe la tradición. ¿Cómo va la mente a romper con la tradición para dedicar toda su atención a la violencia? Ese es el problema. ¿Lo han comprendido? Existe el hecho de que soy violento, y existe la tradición que dice que no debo serlo. Ahora miraré únicamente la tradición, no la violencia. Si aquélla interfiere con mi necesidad de prestar atención a la violencia, ¿por qué interfiere? No me interesa comprender la violencia, sino comprender por que interviene la tradición. ¿Lo entienden? Presto atención a eso, y entonces ya no hay interferencia. Así descubro por qué la tradición juega un papel tan importante en la vida de uno: la tradición es un hábito. Ya se trate del hábito de fumar, de beber, del hábito sexual o del hábito de perorar, ¿por qué vivimos en hábitos? ¿Nos damos cuenta de ellos? ¿Nos damos cuenta de nuestras tradiciones? Si ustedes no se dan cuenta completamente, si no comprenden la tradición, el hábito, la rutina, entonces ello inevitablemente afectará e interferirá con lo que desean observar. Una de las cosas más fáciles de hacer es vivir en hábitos, pero romperlos implica muchas cosas; por ejemplo, puedo perder mi empleo. Tengo miedo de romper con ellos porque vivir en hábitos me da seguridad, me confiere certeza, ya que todos los demás seres humanos hacen lo mismo. Despertar súbitamente en un mundo holandés y decir: "yo no soy holandés", provoca un sobresalto. Así surge el miedo. Y si dicen: "estoy contra todo este orden establecido, que es desorden", serán rechazados; entonces tienen miedo y lo aceptan. La tradición juega un papel extraordinariamente importante en la vida. ¿Han tratado alguna vez de comer un alimento al cual no están acostumbrados? Inténtenlo y verán cómo se rebelan el estómago y la lengua. Si uno tiene el hábito de fumar, continuará fumando y consumirá años luchando por romper con ese hábito."



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