Ya dije en otra ocasión que las estampas ecuestres son de gran belleza, sólamente superables por modelos de otra naturaleza, y aquí tenemos el ejemplo.
Se complementan de forma perfectamente encajada la figura equina con la femenina, como si de dos piezas de un puzzle perfecto se tratase.
Ella con pose arrogante, y atrás, como sombra acompañante, como si fuese su orgullo que no cabe dentro de ella, el noble alazán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario