viernes, 19 de diciembre de 2008

OIGAN USTEDES


Oigan ustedes, señores claveles... ¿pueden decirme hacia dónde vamos?
¿Qué será de cada uno de nosotros?
¿Tendremos la desdicha de acabar mustios antes de salir de nuestro invernadero, o por el contrario aportaremos en algún engalanamiento?
¿Caeremos en la mediocridad de una muerte sin ver el sol, o las gotas de rocío conseguirán reflejar sus rayos vespertinos cuando se posan sobre nosotros?
¿Conseguiremos ser como tú, generoso en las ocasiones de lucimiento, o nos quedaremos en burda hierba del campo?
¿Alcanzaremos tu refinamiento y buen gusto, o nos acabaremos mezclando entre cardos silvestres?
¿Seremos destello, como tú en el cabello de una señorita en una tarde de toros? ¿Llegaremos a tu constancia sobre un paso, sorteando los diferentes lances de la vida como tú haces con el andar o las levantás?
Oigan ustedes, pregúntenle a un clavel, que es sabio y tiene mucho que enseñarnos, mucho que decirnos.
Definitivamente, de mayor quisiera ser clavel.

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