Oigan ustedes, señores claveles... ¿pueden decirme hacia dónde vamos?
¿Qué será de cada uno de nosotros?
¿Tendremos la desdicha de acabar mustios antes de salir de nuestro invernadero, o por el contrario aportaremos en algún engalanamiento?
¿Caeremos en la mediocridad de una muerte sin ver el sol, o las gotas de rocío conseguirán reflejar sus rayos vespertinos cuando se posan sobre nosotros?
¿Conseguiremos ser como tú, generoso en las ocasiones de lucimiento, o nos quedaremos en burda hierba del campo?
¿Alcanzaremos tu refinamiento y buen gusto, o nos acabaremos mezclando entre cardos silvestres?
¿Seremos destello, como tú en el cabello de una señorita en una tarde de toros? ¿Llegaremos a tu constancia sobre un paso, sorteando los diferentes lances de la vida como tú haces con el andar o las levantás?
Oigan ustedes, pregúntenle a un clavel, que es sabio y tiene mucho que enseñarnos, mucho que decirnos.
Definitivamente, de mayor quisiera ser clavel.
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